Ajedrez

En el momento en el que perdí la visión supe que iba a morir. Me entro miedo. Pánico me atrevería a decir. Pero no era del todo consciente de hasta que punto mi vida corría peligro. No entendía por qué a mi. ¿Por qué tenía que ser yo quién muriera aquella noche de mágicos ululares del viento?
Una débil brisa golpeó suavemente mi cuerpo desnudo, acariciando todos mis recovecos y erizandome el vello. Luego un escalofrío me atravesó como una daga puntiaguda y afilada. Tajando hasta lo más hondo de mi ser. Me abracé a mi misma como si con ello pudiese cubrirme del frío, pero no bastaba. Me pareció que el ambiente descendió varios grados. Ahi fue cuando me decidí a andar. A tientas por supuesto. Un enorme error, ya que mis pies descalzos toparon trozos de cristales enormemente cortantes. Heridas de profunda hendidura se iban extendiendo por mi piel, como si de una telaraña se tratase. Casi como si necesitasen ser salpicadas de cangre. Mi sangre.

Sólo era un peon en un tablero de ajedrez que había avanzado más casillas de las que debía, y ahora iba a ser comida por el rey en mi último y decisivo movimiento.

Presunta criminal

Al igual que la Luna, Alizée tiene una cara oculta que no todos pueden ver.
Dentro de la pureza esconde la lascivia, aflorando en la indulgencia se encuentra la perversión, la modestia guarda a la presunción, entre cautelas es indiscreta, su timidez arropa al descaro, en el centro de la reflexión encubre a una lunática, y... ¿te gustaría conocer qué es lo que encierra su psique?